¿Puedo Ser Aval?
Sin duda en
más de una ocasión hemos escuchado el término aval, y muchos en alguna oportunidad hemos quedado como aval de un
determinado crédito obtenido por un familiar o amigo. Sin embargo, en muchas
ocasiones, hasta que recibimos una demanda para cobrarnos el préstamo es cuando
comenzamos a entender las implicancias legales de constituirse en aval.
Actualmente
es común, u obligatorio, que como requisito para obtener un determinado crédito
se exija al solicitante contar con un aval.
Cuando
hablamos de créditos con garantías tangibles, en los cuales existe algo que
garantiza el pago del préstamo, como por ejemplo en un crédito automotriz o
hipotecario, no hay mayor inconveniente para la institución que otorga el
crédito, puesto que en caso de no pago podrá ejecutar la garantía sobre el bien
que cauciona el cumplimiento de la obligación, es decir, el automóvil o el bien
raíz. Sin embargo, el problema surge cuando estamos frente a un crédito que no
tenga una determinada garantía real, como un crédito de consumo. En estos casos
la institución normalmente exigirá aval para proceder al otorgamiento del
crédito, como una forma de garantía del pago.
¿Qué es ser aval?
Se denomina
aval a una forma de garantía. Se dice que una persona es aval de otra cuando la
primera se compromete a responder por los compromisos de la segunda en caso de
haber algún problema o incumplimiento.
Aceptar ser
aval de un determinado crédito implica convertirse en codeudor solidario de
quien obtiene el financiamiento. El término solidario proviene del latín in solidum, que significa “por el todo”.
Es así que, el ser codeudor solidario implica ser deudor por el total de la
deuda, sin que sea un requisito para el otorgante del crédito demandar primero
al deudor original.
Así es como
demandante, antes de iniciar un juicio para el cobro del préstamo, puede
decidir dirigirse directamente contra el aval, sin que éste pueda excusarse del
pago por el hecho de no haber sido demandado primero el deudor original.
Por supuesto
que si la situación económica del aval es mejor que la del deudor original, la
institución que otorgó el crédito no dudará en demandarlo directamente. Si el
aval no paga, se producirán los efectos normales de cualquier juicio en su
contra, es decir, embargo de bienes y remate judicial.
Sin
perjuicio de lo anterior, una vez que el aval haya pagado la deuda, ya sea
voluntaria o forzosamente, puede demandar al deudor original para que éste
reintegre lo pagado, ya que el crédito fue otorgado precisamente en beneficio
del deudor original.
¿Conviene ser aval?
Puesto que
quien acepta ser aval se compromete a responder por las obligaciones de otro,
esto conlleva algunos riesgos que es necesario examinar antes de aceptar el
compromiso.
No debemos
olvidar que ser aval es convertirse en partícipe de la deuda de otro, puesto
que se comprometen los bienes como garantía en caso de no cumplir con las
obligaciones en los plazos establecidos.
Muchas
personas aceptan ser aval sin pensar en lo que están accediendo a hacer y en
algunas ocasiones pueden llevarse sorpresas desagradables, por lo que es una
decisión que debe pensarse con cuidado.
En algunos
casos, cuando conocemos bien a la persona que solicita el “favor” y estamos
seguros de que tiene capacidad y disposición de cumplir con la deuda, ser aval
podría no implicar mayor riesgo.
¿Se puede renunciar al compromiso?
No es
sencillo renunciar a ser aval, puesto que al aceptar serlo, se acepta un
contrato de deuda con todas las cláusulas especificadas. Además, las tres
partes: acreedor, deudor y aval deben estar de acuerdo en caso de cualquier
modificación al contrato original.
Lo que
sucede en algunos casos es que el aval decide liquidar la deuda del solicitante
para que sus bienes no sean perturbados, y después ya cobrarle de manera
externa.
En todo caso
no es recomendable realizar estas acciones puesto que pueden llegar a ser
complicadas y problemáticas, lo mejor es estar seguros de quién y cómo es la
persona que nos solicita como aval.
¿Qué hacer si ya somos aval?
Como ya lo
mencionamos, al decidir ser aval legalmente adquirimos los mismos compromisos
que el deudor. Así pues, lo mejor es estar al tanto del desarrollo de la deuda.
Es
fundamental estar siempre bien informados sobre el progreso del pago y la
disminución de la deuda y asegurarnos que nuestro respaldado está cumpliendo
con lo acordado. La comunicación en estos casos es importante.
En fin, lo
más importante antes de aceptar ser aval de un crédito que solicita un familiar
o amigo, es tener presente las implicancias de este acto y sobretodo ponderar
las posibilidades de tener que pagar el crédito en la eventualidad de que por
cualquier circunstancia el deudor no pudiese cumplir en tiempo y forma,
ahorrándonos así la verdadera pesadilla que significa verse obligado a pagar
una deuda ajena, incluso arriesgando nuestros bienes.