sábado, 7 de julio de 2012

El Arte de Saber Escuchar


El Arte de Saber Escuchar


Escuchar no es lo mismo que oír. Al cabo del día se oyen muchas cosas, pero se escucha poco, apenas prestamos atención a lo que dicen los demás, olvidando que la atenta y amable escucha es la base del genuino diálogo. Sin capacidad de escucha, de atención al otro, el diálogo queda bloqueado. Si todos queremos hablar a la vez y nadie escucha las razones del otro, no hay diálogo, solamente «monólogos yuxtapuestos» estériles y hasta ridículos.


Únicamente cuando uno es capaz de escuchar al otro, abre la puerta para que el interlocutor pueda comunicarse con él. Y precisamente esta intercomunicación, hecha de escucha respetuosa y de habla adecuada, es la esencia del diálogo.


El justo equilibrio entre saber escuchar y saber hablar produce el milagro del diálogo. Y de verdad el diálogo es un milagro de armonía, de respeto y de sinceridad que posibilita la convivencia pacífica.


Si dialogáramos más y mejor, nuestra sociedad cambiaría radicalmente y poco a poco iría adquiriendo un rostro más humano.


Nuestra sociedad, hoy, presenta un aspecto hosco y crispado porque en ella falla el diálogo. El problema generacional, por ejemplo, se agudiza porque en ambas partes (padres, hijos) hay poca capacidad de escucha.


Creceremos en humanidad en la medida en que sepamos dialogar y convivir en paz, trabajando juntos en la construcción del bien común. Es cierto que a veces hay personas que no hablan porque no saben qué decir o porque resulta más cómodo no decir nada.


El diálogo exige una actitud silenciosa de escucha atenta. El escritor francés Joseph Joubert afirma: «Si queréis hablar a alguien, empezad por abrir los oídos». Solo una actitud de escucha atenta hace fecunda la palabra que podemos brindar a nuestro interlocutor. Es difícil poder decir algo válido al que dialoga con nosotros si antes no abrimos de par en par nuestros oídos para escucharle.


Saber escuchar, hoy, es más importante que saber hablar. Exige dominio de uno mismo. Es un arte y un gesto de sabiduría. Es verdad que el diálogo está hecho de palabra y de escucha, pero lo que más suele fallar es la escucha. Escuchar es una actitud difícil porque implica atención al interlocutor, esfuerzo por captar su mensaje y comprensión del mismo.


La escucha es una actitud psicológica difícil porque exige olvido de uno mismo y apertura atenta y gratuita hacia el otro. Escuchar significa dirigir mi atención hacia el prójimo y entrar en su ámbito de interés y en su marco de referencia. La escucha, diligentemente practicada, supone una acumulación progresiva de sabiduría y de enriquecimiento psicológico. Escuchar quiere decir recibir del otro, después de haberle dado lo mejor de uno mismo: la atención afectuosa.


Saber escuchar es aceptar que lo que dice el otro no tiene que ser verdad o mentira, es una interpretación de las cosas según el punto de vista de cada persona.


Saber escuchar es aceptar que lo que decimos no siempre es lo que creemos, sino que los demás también tienen el derecho de opinar y defender sus ideales sin importar si estamos o no de acuerdo con lo que se dice.


Saber escuchar es aprender del otro lo que dice, siempre respetando el pensamiento e idiosincrasia de cada uno.